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keep calm, desahuévate y súbete a la bici

Mea culpa

O la rápida historia de cómo un ciclista urbano se ve engatusado por la vida de conductor de auto y cómo intenta sobrevivir

Publicado: 2014-04-22

Este post se acercará más a ser un mea culpa que a una lectura sobre algún tema meramente informativo sobre ciclismo. Advertidos están y, si les queda algo de buenas personas gracias a la Semana Santa, me perdonarán. 

Primer mea culpa: haber tenido abandonado este espacio por casi un año. El 2013 fue el último post registrado, trató sobre la revocatoria y fue, justamente, publicado en quincena de marzo. El resto del año me la pasé, prácticamente, estudiando una especialización de varios meses, pero nunca abandonando la costumbre de asistir a ella, de vez en cuando, subido a la bicicleta. El año pasado fui a un taller, organizado por la Embajada del Reino de Holanda, sobre la situación del ciclismo y la infraestructura dedicada a él en el país. Prometí escribir sobre eso y no lo hice, no volví a escribir hasta ahorita. Y es justamente el segundo mea culpa de este escrito el que me hace escribir de nuevo.

Segundo mea culpa: Este 2014 he manejado más veces un auto que una bicicleta. Y de lejos. Sucedió que, a fines del año pasado, me entró el bicho de pensar que, con un auto, podía llegar lejos, pasear, regresar tarde, salir con toda la familia y un largo etcétera y, luego de averiguar, adquirí un auto de segunda mano, uno que gaste poca gasolina como quien busca autojustificar el cambio de mentalidad. Y, sí, todas esas premisas son, en parte, ciertas. Un auto permite llevar más cosas, hacer compras, llevar gente y llegar relativamente lejos en poco tiempo. En algo había cambiado este redactor que, en los albores de este blog, pensaba que los autos eran "malos", los culpables principales del cambio climático y que sus conductores eran seres sin corazón y egoístas que odiaban a los ciclistas y peatones viviendo dentro de su reino motorizado. Y cambió en algo porque en parte me convertí en uno de ellos.

Sí, el auto es un instrumento muy práctico pero, quiéranlo o no, lo va cambiando a uno. De ser un ciclista que podía tomar cualquier ruta para llegar a su destino, pasé a ser un conductor que, si bien llegaba más rápido, vive dependiente del estado del tráfico para tomar o no una calle o avenida. De ser un ciclista que chequeaba de cuando en cuando el estado de las llantas de su bicicleta y el engrase de la cadena, pasé a ser un conductor que calcula el rendimiento en kilómetros por galón de gasolina (que, amigos, está cada vez más cara). De ser un ciclista más o menos amigable que paseaba por Lima con el único estrés de no verse en peligros con la fauna automotriz, pasé a ser un conductor estresado por el tránsito que putea a diestra y siniestra a otros conductores, que se desespera para no chocar, ni de casualidad, a otros carros y que no deja el carro en cualquier lado donde puedan robárselo. Sí, el auto es muy práctico si es que es como en la publicidad que va manejando en una larga carretera solitaria y en perfecto estado. El problema es que la realidad no es así.

Afortunadamente, y antes de colapsar mentalmente, ya me di cuenta de todo eso y lo escribo para que, en la medida de lo posible, más gente se identifique con eso e intente no sucumbir al estrés que implica manejar un auto en esta ciudad. Bajo temor de perder comodidad, he decidido solo usarlo en ciertos escenarios: para llevar familia, enamorada o amigos; para días con poco tráfico, para lugares lejanos, etc. El haber manejado bicicleta tantos años me ha enseñado que manejar el auto para mí solo, todos los días en el tráfico, es una locura insensata. Ya voy 5 meses con brevete y no se compara a la sensación de manejar una bici en las calles. Toca desempolvar la bici y revertir la tendencia del 2014. Me hará bien a mí y a todos como colectividad. 


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Ruedas de Apoyo

o la historia de como volverse ciclista en Lima