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Oirán tu bocina, oirán nuestra voz

Publicado: 2015-07-05

Si tengo que hacer una lista de las cosas que menos me agradan de ser peatón o ciclista en Lima es tener que escuchar los bocinazos y claxon de los autos debido a que sus conductores, bajo una extraña lógica propia, piensan que atormentando sonoramente a los autos delante del suyo se va a abrir mágicamente el tráfico en la ciudad. Allá ellos si quieren pensar eso, el problema es que los más afectados son otros. 

Primero lo primero, ¿qué es lo que nos dice nuestro Reglamento Nacional de Tránsito sobre el uso del claxon o bocina?

"Artículo 98.- Uso de la bocina. El conductor sólo debe utilizar la bocina del vehículo que conduce para evitar situaciones peligrosas y no para llamar la atención de forma innecesaria. El conductor no debe causar molestias o inconvenientes a otras personas con el ruido de la bocina o del motor con aceleraciones repetidas al vacío. "

Jajajaja, ya. Los que vivimos en Lima podemos dar fe de que eso de “no para llamar la atención de forma innecesaria” y lo de “no debe causar molestias o inconvenientes a otras personas con el ruido” se quedan en el papel. Día a día, somos testigos de cómo choferes, tanto públicos como particulares, usan la bocina indiscriminadamente sin que haya la fiscalización adecuada. Ya sea como medio para buscar abrirse paso, como alerta (menos de medio segundo después) de que el semáforo cambió a verde, para llamar pasajeros (taxistas), para hacer conocer al policía de tránsito su inconformidad de por qué deja pasar a unos y no a otros o, simplemente, como medio de desfogue ante la frustración de verse atorado en el tráfico. Y, como adelanté al inicio, el principal afectado es el peatón o el ciclista.

¿Cómo así? Simple, el conductor de un auto va encerrado dentro de una estructura que combina metal, plástico, cuero, vidrio y otros materiales; estructura que, de alguna u otra forma, impide que la totalidad de las ondas sonoras generadas por ruidos externos, como una bocina, lleguen en todo su esplendor al susodicho. Es como cuando te tapas los oídos para no oir algo, lo que estás haciendo es impedir que las ondas sonoras lleguen a tus órganos auditivos para que sean procesadas por tu cerebro. ¿Qué quiere decir todo esto? Que los más afectados somos aquellos que NO tenemos una estructura externa que nos proteja de las ondas ruidosas: los peatones y los ciclistas, justamente los que causamos tráfico nulo. Así que, amigo conductor que lees esto, tocar la bocina para que el ciclista que quieres adelantar se haga a un lado es un tremendo error y le generas un daño horrible a la vida que va delante tuyo. Hay formas de adelantar a un ciclista más civilizadas, siempre respetando los 1.5 metros.

descripción gráfica de Cómo adelantar a un ciclista

Mientras no creemos una forma de que un auto alerte de un peligro o potencial incidente sin molestar alrededor y que esto sea implementado masivamente en los autos, tendremos que convivir con los bocinazos diarios, ya sea de los particulares como los nocivos ruidos de grandes unidades de transporte público que parecen de barco. Lo que queda es que los conductores tomen conciencia del daño que hacen a la convivencia ciudadana reventando el claxon sin razón alguna y que sepan que el efecto real de tocarlo es mínimo a comparación de los perjuicios ¿Van a llegar más temprano tocando el claxon? ¿Se van a sentir mejor? ¿Van a lograr que el tráfico se despeje y avance más rápido? ¿Les gustaría que les pongan una corneta sonando a centímetros del oído? ¿No? Ya, pues.


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o la historia de como volverse ciclista en Lima